«…me adentré en La Luneta esforzándome por adaptar el ritmo al peso de la carga. Recorrí un tramo y giré hacia el mellah, el barrio hebreo. El trazado lineal de sus calles estrechísimas me reconfortó: sabía que no tenían pérdida, que la judería conformaba una cuadrícula exacta en la que era imposible desorientarse. Accedí después a la medina, y en principio, todo fue bien…el Zoco del Pan, el de la Carne. Nadie se cruzó a mi paso…»
«…el ensanche tetuaní, tan distinto de la medina moruna, había sido con criterios europeos para hacer frente a las necesidades del Protectorado español…Los edificios nuevos, con fachadas blancas, balcones ornamentados, y un aire entre lo moderno y lo moruno…Por ellas se movían señoras bien peinadas y señores con sombrero…Había trolebuses, confiterías, flamantes cafés y un comercio selecto y contemporáneo…el inmueble que finalmente debía convertirse en mi taller y residencia era un gran piso en la calle Sidi Mandri, en un edificio con fachada de azulejos cercano al Casino español, el Pasaje Benarroch y el hotel Nacional…»
De la parte primigenia de la ciudad, encuadrada por las murallas, te acercarás a los barrios nuevos, que constituyen el Ensanche español: la plaza Moulay Mahdi, flanqueada a un lado por la Catedral española de Nuestra Señora de la Victoria, la Plaza de España, lugar de idas y venidas, y de los paseos vespertinos de más de un personaje de la novela. La Calle Sidi Mandri, donde Sira ubica su taller de costura de postín, junto al ayuntamiento, entrada del ensanche.